Amèlia descubrió un caracol y yo su descubrimiento, cuando la escuché haciendo una risa-gritito fino, pleno de entusiasmo y curiosidad, que no le había oído antes. Fui a mirar y ella me miraba con los ojos iluminados, y de nuevo miraba al caracol y señalaba embelesada, como subía por el mueble luciendo sus cuernos.
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