viernes, 10 de julio de 2020

Amèlia nos tiene locas de contento, con su simpátca incursión en el lenguaje adulto. Ahora se le da por decir frases aprendidas todo de corrido, de manera que suenan así aquitooiiii!!! queroaaguuua! nonoaquinoaquiii.. y otras frases más encriptadas del tipo "tititatae tetipatapa ichito."

Cómo los hecho de menos por las mañanas ahora que empecé a trabajar en las tan esperadas prácticas" de reconocimiento de título. Pero todo se acomodó muy bien en este momento verano tan particular: Dídac está feliz yendo a el ecoverano de Ses Milanes, va y viene con Dario los dos exultantes. Y Amèlia pasa mañanas tranquilas con papá todo para él, y de vez en cuando tía o tío. Mientras en otra partes del mundo el tema COVID está en su pico, aquí parece estar casi silencioso, auqnue las medidas de prevención se volvieron la moneda corriente.

Por su parte, Dídac se ve interrogado ya por cuestiones exitenciales, que nos transmite con preguntas repentinas que no te dejan escapatoria. Mamá.. ¿ustedes cuando van a ser viejitos?  - cuando queda el esqueleto solo ¿se puede mover?  - yo no quiero morirme nunca - mamá, yo cuando crezca no quiero irme de casa como Ti Ti Piu que se fue del nido, me quiero quedar siempre con vos y si nos mudamos que vengas conmigo.
Y vamos probando respuestas, en las que intentamos ser honestos y tratar de retratarle lo bello con justicia, lo efímero con delicadeza, lo desconocido con respeto y alegría. Que poco sabemos para contestar estas preguntas y las que vendrán. Por algún motivo, no se me antoja fácil hablarle del cielo, aunque en la retórica de los misterios  de mi infancia el cielo estuvo siempre presente y de verdad me parece precioso, con todo eso de celestial y dorado, con seres alados, con estrellas que están acompañando eternas, brillando, omnipresentes.

Pero por algún motivo, al menos por ahora, es la Tierra quien surge de mis entrañas para hablarle a mis hijos del paso del tiempo y del tiempo después de la muerte. Él ve los cuerpos de animales y hojas muertas desintegrarse en la tierra, pasar a formar parte de su cuerpo y volverlo más fértil. Y ve en la tierra las semillas brotar, las plantas crecer. Es un ciclo tan cercano, tan vivo, tan simple, que puede, y puedo yo, visualizarlo tangible, palpable, una innegable realidad pero aun así no exenta de misterios.