sábado, 15 de abril de 2023

Homeschooling

Me he despertado a las 7am de este domingo dándole vueltas a la conversación en el parque con una mami del pueblo que tiene a sus dos hijos en régimen de homeschooling a cargo del padre, titulado en historia y con mucha experiencia en educación. Me preguntó Elena si a mi me hubiera gustado hacerlo de esta manera, y le dije que quizás si, pero que creía que esto hubiera potenciado mis vetas sobreprotectoras. Y en la somnolencia de la mañana he profundizado en esta respuesta automática y me he formado una opinión. Creo que el homeschooling -o educar en casa a piaccere- puede ser un sistema inmejorable sobre todo en un caso como éste, al parecer óptimo en todo. Siempre puede haber gente inepta intentando hacer lo que no sabe, o aplicando un método sin desearlo ni entenderlo por motivos ajenos a la propia educación de sus hijos, o la negligencia pura y dura. Pero pongámonos en un caso óptimo, creo que es inmejorable en lo que a la enseñanza se refiere. Profesor personalizado, que conoce y respeta tu ritmo de aprendizaje, que estimula tus habilidades y fortalece tus dificultades, que amplia todo lo posible aquello que te da curiosidad, que por sobre todo todo te quiere y tiene un interés genuino en tu crecimiento y desarrollo, y que pone a tu disposición todas las herramientas a su alcance. No hay manera de equiparar eso en un cole mi en ningún proyecto compartido.

Pero me paro a pensar en todo lo demás que aporta el cole. No lo académico, sino el lanzar al mundo al niño fuera del ala protectora de la mami o el papi. Las horas pasadas cada día en "un mundo extraño" que el niño tiene que aprender a manejar y manejarse. Lo comunitario, lo diferente, lo hostil, inclusive. Las pequeñas frustraciones, los desafíos, las sorpresas. La exploración del mundo ahí afuera, que les empuja a afrontar, a tener que acomodarse, adaptarse, encontrarse a si mismos en ese lugar tan grande y ajeno. Cuántos miles de matices cada día, lleno de imperfecciones que sortear, pero también de experiencias que vivir y curiosear, afuera de la madriguera. Un compañero que ha intentado colarse en la fila, el miedo a que se rían de su dibujo, una monitora que grita, la maestra felicita al niño de al lado, mañana comienza una niña nueva que no habla nuestros idiomas, Madie casi se cae de las escaleras, una niña me ha dicho que le gusto, cuando suena la música hay que recoger los juguetes corriendo, a algunos las mamás les ponen chocolate en la merienda, ese que me molesta a veces quiere ser mi amigo pero no puedo ser su amigo porque me molesta, e robado un puñado de slime-arena...

Por muy bien que lo hubiera hecho en casa dejándoles aprender a su ritmo y libres de las trabas del currículo de miras estrechas, por mucho que le hubiera abierto las puertas del conocimiento de esa forma tan maravillosa, no hubiera podido ofrecerles en casa ninguna de esas experiencias, porque dependen justamente del hecho de salir de casa, de alejarse y de explorar, de explorarse a si mismos.

No deseo que las adversidades sean muchas ni graves, desde luego, pero en la gama de experiencias que creo que es saludable y enriquecedor que vivan, espero que las adversidades vayan así, de menos a más, como todo en la vida y dando a tiempo a fortalecerles, no solo por aguantarlas, sino por pensarlas, por hablarlas. Y ahí si creo que viene un trabajo imprescindible de casa, de acompañarles de forma atenta. No se acaba la experiencia de la escuela en la escuela, sino al volver a casa, todo lo que sacan de eso, todo lo que comentan, con más o menos detalle, en el momento menos pensado, no cuando les pregunto, sino cuando surge. Ahí es donde se orienta, se pule, se alerta, se modula la creencia y la identidad, se ayuda a dar forma a la manera de interpretar la realidad. Escuchando lo que nos cuentan, reflexionando juntos las soluciones. Y escuchando también las historias bonitas, los descubrimientos, los hallazgos, los planes de los que nosotros no somos parte, que disfrutan de contar para sorprendernos, porque son suyos en el cole, pero también formamos parte desde casa.





Vacaciones caravaneras

 

Dídac

Una horita de ordenador.



Amèlia

"Eres para mi", asertividad.



Dialogo

Consell escolar

Trocito de mi..

  1. El temperamento de Amélia