lunes, 25 de diciembre de 2017

Llegando a fin de 2017

Pasando unos días de descanso navideño, con la visita del tío Germán, observando luces de navidad y sumando brindis, llegan los últimos días del año.
Son los días en los que la gente se replantea cosas, se pone instrospectiva, y yo hago lo propio. Pienso en todo lo que aprendí este año, el segundo de maternidad y vida de familia, y el primero en el que nos hicimos parte de una pequeña "comunidad" de papis en nuestro pueblo. Eso nos enseñó mucho, a mi particularmente, acostumbrada a la vida de familia urbana y endogámiga. Yo, que no conocí nunca casi a mis vecinos, que tengo un puñado de amigos que no se conocen entre si (y encima lejos), que mi ideal de vida en Mallorca fue el medio del campo en Costitx o la casa de sierra vecina a la reserva de Son Net. O sea, solitaria.
Aun sigo enamorada de la vida ermitaña y el pensar en esos días me emociona. Pero voy acostumbrandome a que la gente que pasa por delante de casa me mire por la ventana mientras lavo los platos, y  que la vecina María nos deje en la ventana bolsitas de tomates de su huerto. Tiene un valor agregado el formar parte de un pueblo. Aun no sabría explicarlo bien. Tiene que ver con los ritmos, con las caras conocidas, con el aire limpio...
El aprendizaje este año para mi es en dos sentidos. Primero, criar a un peque no es tarea fácil y siento en carne propia como se hace más llevadero cuando se comparte, cómo las cosas que me sobrecargarían en soledad, me despiertan sonrisas y hasta risas con los otros "cuidadores" de Dídac, padrinos y papi. Ser mujer y madre no es tarea fácil, y creo que sobrellevarme a mi misma me sobrecargaría si no encontrara mi reflejo en las otras mamis. Siento que las presiones se alivianan, y las ideas que surgen en torno a una crianza deseada se amplifican y enriquecen con las mamis con las que cuento, con las que tengo la suerte de tener una afinidad enorme. Esta es una tribu recién nacida y se que dará mucho más de sí, pero ya me encanta. Ya no soy la ermitaña que era.
En segundo lugar, el aprendizaje para mí más duro, no es algo fácil de explicar, y es el haber aprendido a perder el tiempo.. es decir, a sentir que no pierdo el tiempo. Desde que tengo a Dídac ha sido un proceso lento. Las ideas siempre en ebullición en mi cabeza, tienen que conformarse con ser escritas en un cuaderno, o seguir transformándose en mí, hasta que encuentren su hora, su huequito de tiempo. El tiempo, que antes estaba siempre en continuo "aprovechamiento" productivo, cronogramado en actividades para nutrirme o producir, ahora pasa en un gran porcentaje a ser tiempo lleno de pequeñas cosas, a simple vista improductivas. Sentarse a charlar en un bar, mirar una novela de sobremesa con la familia, jugar en una alfombra con mi hijito...  privilegiar el compartir un momento cotidiano exprimiendo el sentirse bien.
Esa soy yo, con mis cavilaciones, mis sutiles luchas internas puestas al servicio de esta personita que es mi hijo. Mi desafío real es transmitir a Didac el amor por aprender, por dar rienda suelta a sus ideas, por trabajar con ahinco para llevarlas a cabo, pero encontrando un equilibrio con disfrutar de ese tiempo compartido suelto, más intangible, menos rimbombante, pero que sin duda te convierten en una persona más rica, más agradable, más sana.

Como sea, llegamos a fin de año conscientes de que somos muy afortunados. Dídac está creciendo hermoso y risueño. Es un niño sano que inauguró su primer puntito de fiebre recién con 20 meses ( y siendo literalmente eso, un puntito, unos 38º que pasaron en una noche sin pena ni gloria.) Es un niño hábil tanto con su cuerpo, con el que corre, salta, trepa y sube rampas con facilidad, caminando hacia adelante y divertido hacia atrás, y hábil con sus manos, que ya encastran los sombreritos, las manos y los pies de los pequeños muñecos de Lego, solo por dar un ejemplo. Es un niño observador y con un oído fino, capaz de tararear melodías sin errar las notas, que puede imitar ritmo, timbre y tono de lo que escucha, pero también interpreta, también innova. Su creatividad nos sorprende, nos maravilla.
Es un niño amado y rodeado de amor, y eso es lo que lo construye. Per molts d'anys!







martes, 19 de diciembre de 2017

Nueva visita a Argentina, ya era hora! diciembre de 2017

Hacia días que veníamos anticipando la visita a la abuela Marisa, rebautizada bela pisa, y al abuelo Norberto, ahora famoso belOberto. Así que Dídac no tuvo ningún inconveniente en subir al buuuuuavión y aterrizar en brazos y sonrisas criollas.
Las impresiones de viaje de esta mamá-hija quedan impregnado en una libretita-diario, los kilitos de más en las barrigas, las imágenes más tiernas en mil fotos y videos guardados, y las ilusiones y mimos dados y recibidos... quedan para siempre en los corazones!

Pasamos días apacibles, familiares y con premeditada ausencia de trajín y sobresaltos. Desayunos en el patio, tardes en el fondo de mi infancia, haciendo visitas a la tortuga y hasta decorando su caparazón.. Prácticas con las acuarelas, sorbitos a un mate, viajes en tren, corridas a las palomas, vueltas en calesita, super juegos del Abasto y sushi con el tíoDie, muchos otros tíos y tías nuevos, upas y danoninos de la abuela y pam-pams en la panza del abuelo "piiiitittiii".. este viaje lo tuvo todo. Qué más pedir?









Escuela verde

Las expresiones de tu cara son infinitamente dulces y tu mirada honda, cuando el horizonte se extiende lejano a tu alrededor.





Buscando setas, cercant bolets..
y buscando también un proyecto de escuela verde con nuestra pandilla de papis.. empezando a ilusionarnos con la idea e imaginar armar una escuela para nuestros peques de 3 a 6 años sin muros, en el espacio privilegiado que tenemos alrededor de casa: en el bosque. Tenemos trabajo por delante! Experiencias cercanas nos dicen no solo que es posible, sino que sería fenomenal.