sábado, 27 de abril de 2019

Casi dos gotitas de agua.
En mi recuerdo dulces de bebé Dídac, lo veo en ella.
La manito que enrosca su oreja mientras mama, y que va paseando cerca de mi cuello, como distraída o busca mi dedo para apretar.
Cuando me mira, los ojos que se entornan risueños, como lo hacía él.
Su mismo llanto, sus grupitos, sus risas. Su manera de hamacarse. Él gateó antes, tu te sientas más firme. Pero la misma naturaleza movediza y viva, curiosa, alegre que él, te mueve.
Hermano y hermana.

viernes, 19 de abril de 2019

7 meses con Amelita. Sus dos dientitos recién estrenados muerden todo lo que se le acerca. En la trona ya no baja la cabecita para llegar a la comida, la comida bien prendida con su mano da volteretas amagando a salir volando, para ir a parar a su mordisco certero. Come con ganas, no deja tanto para Tila..
Sus degustaciones de momento fueron naranja, uva, sandía, níspero, frutilla, aguacate, maíz, brócoli, manzana y zanahoria cocidas, calabaza, calabacín, papa, boniato, tomate, huevo, carne de vaca, cerdo, cordero, pato, pollo, arroz, pan sin gluten y con, un poco. Platos mas elaborados, crema de calabacín y puerro, tortilla de patatas y ayer, que te encantó, empanadilla china al vapor. 

viernes, 12 de abril de 2019

Amèlia crece hermosa. Ya se sienta por varios minutos con las piernas en herradura o en trípode, antes de bambolearse y rodar. En el suelo se desliza como un reloj, y si te despistas un momento la encuentras a un metro del lugar original, intentando cazar algún juguete. Todo le llama la atención, persigue los colores y las formas. Es gracioso verla tirando de la tela de su pantalón multicolor, se desvive para alcanzar los ositos del movil, y tirar del pelito de su hermano o tocarle la nariz.
Pero sobre todo, es pura mirada, intensa y risueña. 

Ayer sacamos a relucir el corralito o "parque" al patio, un día de hermoso sol primaveral. Ese en el que Didac no pasó mas de varios minutos en diferentes intentos, ayer sirvió de base para una casita junto a su hermana, y una vez que ella la abandonó, él entrara y saliera trepando y saltando.. al fin le damos un uso!

Amelia ahora se queda allí un ratito, mientras yo escribo. Un momento de distracción. Ya me pongo a estudiar. Mi panorama de madre cambió en un mes un par de veces. Pensaba volver a trabajar dos/tres días a la semana en este mes, pero mi contrato se acabó abruptamente, acabó la suplencia. Recalculamos para cobrar el paro muy contenta, intentando mantenerme así hasta que la pipa cumpliera al menos un año.. Pero ahora se presenta otra contingencia, me llaman a examen para homologar mi titulo de psiquiatra, examen que no se convoca desde hace 7 años, y que podría ponerme en igualdad de condiciones con mis colegas españolas. Dejar de estar relegada a tareas de psiquiatra para médicos sin especialidad, menor paga, menos opciones, menos voz. Unos pocos meses, toda la espacialidad, sin temario sin bibliografía. No se si podré aprobarlo, pero lo intentaré. Hace unos meses lo hubiera sufrido, ahora quizás hasta me motive un poco la refrescada profesional. Lamento dejar de lado los cuentos en proceso y acortar mis horas de juegos con mis hijitos. Planeamos una adaptación gradual de Amelia a la pradina, y yo estudiar en su casa para las oportunas interrupciones. Todo tiene pros y contras, voy a extrañar el sol este verano.. pero también veo positivo los vinculos de apego bonito que puede hacer Amelia, ampliar, abrirse al mundo familiar poco a poco como hizo Didac a estas edades. Así que adeu! ahora a los libris... 

viernes, 5 de abril de 2019

Dídac enfrentándose a desafíos de hermano mayor y yo a desafíos de madre de dos.

Quiero como Amèlia, agua con cucharita. En la hamaca, como Amèlia. Busco la teta, como Amèlia. Una pierna para mi, otra para Amèlia. Primero yo, después Amèlia.
Con la inocencia y sin haber oído reproches, sin haber oído hablar de celos, los siente y los expresa, de esta manera sencilla. Esos son sus desafíos de hermano y los enfrenta. Con un poco de paciencia se lleva, y reconozco que muchas veces es él quien la hace reír en la trona mientras limpio la cocina. Es casi nuestro ritual after diner. 
El desafío para mi aparece cuando entre sus inocentes juegos se le ocurre alguno que a mi no me gusta, como meterle la mano en la boca a la hermana o similar. Cuando repite la acción divertido después de mi firme prohibición. Lo aparto con suavidad y le explico, una y más veces, lo que espero de él. Una especie de instinto león me aprieta la barriga. Tengo ganas de apartarlo de un manotazo, más de una vez me cosquillea en la mano un tirón de pelo. Le grito, me agacho, lo miro a los ojos, lo agarro de los brazos en reemplazo de una sacudida, alguna vez llego a un inicio de sacudida, pero lejos de lo que me pide el cuerpo. Totalmente consciente de que todo empeora... ahi él lucha por apartarme, colgarse, hacer lo que sea que no quiero que haga. Me las ingenio para torcer esa escalada de tensión hasta llegar a un abrazo, a veces ya con llantos de por medio.  En general lo conseguimos, otra vez él jugando y riendo, esta vez sin molestar. 
Pero mi enfado tarda en disiparse y a veces necesito relevo. Envidio y admiro esa pureza infantil de resarcirse al instante y volcarse al amor y la alegría, su capacidad de no resentimiento. Dídac bella criatura, amor amor.