jueves, 2 de septiembre de 2021

Estiu 2021

Estiu 2021

Agosto en S'EStret, aprovechando la casita y si hermoso entorno natural. Cuantas experiencias para nuestros pequeñines: el cambio de casa y la vida en el campo, con unas rutinas muy diferentes de día a día. A los dos les gusta mucho su escuela bosque, pero no dudan en preferir quedarse en casa y mucho menos quedar en Santa Margalida.

La Coia y la padrina nos ayudaron mucho con el cuidado de las criaturas, y  Jordi y yo seguimos trabajando, él bastante menos de lo habitual siendo el mes veraniego y lo poco, la mayoría con teletrabajo. Yo fui la más esforzada en cuanto a traslados, porque de lunes a viernes fui ida y vuelta hasta Son Espases. No me quejo porque es un mes casi sin trafico y no me fue tan duro, Me fui escuchando audiolibros y conduciendo apasiblemente. Escuché Gerona, de Benito Perez Galés; Orgullo y Prejuicio, de Jane Austin; y empecé con Los Miserables que aun estoy escuchando fascinada au que más a cuentagotas en los regresos a Esporles (ya que escribo esto con retraso).

A mediados de mes fuimos con Jordi a comprar una bici de paseo y una silla para peques, que por aca solo había una del tío. ASi que Ddc & Mel disfrutaron de paseos en sillita de bicicleta a tracción papá y mamá. También salimos muchas veces a la playa, y una de ellas aprovechamos al fin la piragua que teníamos abandonada. Dídac experimentó conmigo un surfeo de olas embravecidas en 

Lo que no conseguimos en todo el varano es que Dídac se animara a meter la cabeza debajo del agua. No es su fuerte, habrá que esperar.

En serpiente,de vuelta en Esporles.

La semana que viene, segunda semana de septiembre, iremos en furgoneta por los Pirineos. Nos espera una nueva experiencia para todos como familia, un viaje con tienda de campaña y la ilusión de ver ranas y luciérnagas, que por aquí escasean. 

Los limites y Dïdac..

En el abanico docilidad-desafío con la que cada niño nace, Dídac está ubicado muy hacia este lado último de la linea. No se sale de la curva, no creo, pero se hace sentir la diferencia con otros más “en el centro”.
Hoy: "Didac, no rompas la planta. No la rompas. Deja la planta.. Dídac, te dije que no".
"No molestes a la padrina. Dídac, deja de subirte. Te dijimos que no te subas. Didac, no te subas."
Como le solemos decir, se pone más “alborotado” en algunos momentos del día. En esta ocasión particular, como en muchas otras, no hay manera de que deje de lado el entretenimiento que causa molestia a alguien, que aunque no tiene esa intención, estoy segura de quees bastante consciente de que tiene ese efecto (sobre todo después de repetirselo de todos los modos posibles). Dídac es un amor, no dogo que no, pero en esos momentos "alborotados" sobrepone su diversión a las advertencias de que no está respetando al otro.

En esta ocasión, como en otras,, lo agarro a upa y me lo llevo a "reflexionar " a otra parte. Lo dejo sentado en la cama, y me siento en una silla obstacu¡izando la salida de la habitación. Con él no hay la posibilidad de "te vas a tu cuarto", no se quedaría ni un minuto. AHI me quedo con él. Hago el ejercicio ya muchas veces repetidode "aflojamos las piernas.. aflojamos los brazos, respiramos..." pero no siempre funciona. Se ríe al son de una canción que dice "caca, caca" y me revolea almohadas, cada vez con más alegría. Se pone a saltar en el colchón, etcccc, etccc. Poco a poco y ante mi reacción aburrida y repetitiva ante su alboroto, va bajando un cambio. Le pido que se siente, se sienta. Voy hablándole del respeto, le hago preguntas.. trato de que el mismo piense y responda. Parece que ya está.. me conformaría con una mínima respuesta, rápida y concisa para liberarlo de el sermón y dejarlo seguir jugando. AL fin y al cabo no hizo más que cargosear un poco (a la abuela de 93 años), romper una florecita "de las que les cuesta crecer", bueno, cosas de niños. Pero no, no me da el gusto, se pone a hacer volteretas y a gritar caca, mierda, hostiapu, etcc. Y empieza el juego de intentar morderme. Un par de intentos más, y pasamos al plan B. Lo agarro, otra vez a upa, está vez vamos al coche (estamos en una casita en el campo, asi que está ahi muy cerca).
Lo siento en la sillita, sin amarrar y desde afuera le pido que se quede ahí y charlamos más tranquilos. Pero no está a por la labor. Más caca, misma risa, mas intentos amistosos de mordiscos. Con mi destreza adquirida en 5 años consigo amarrarlo a la silla (de la que no puede desatar) y me alejo un poco del coche, me siento en una piedra a unos pocos metros.Se va calmando, se va callando, pregunta cosas, contesto. Espero, me entretengo con no se qué. A los minutos vuelvo a su lado y lo miro. Le repito el mini sermón del respeto, una frase que ya se conoce repetida como un mantra. Me escucha con lo que parece serenidad resignada, dice que si, que vale. Le pregunto si quiere seguir jugando y su respuesta es “Yo estoy a gusto. Como tu quieras”.
Controlando mi cara de estupefacción, lo suelto y le hago un upa un poco más cariñoso que antes, para devolverlo a jugar, ahora más reposado pero igual de contento, con su hermanita, con la abuelita..
Y me quedo pensando que qué lo parió, que vaya actitud el tipito, que qué nos va a deparar la adolescencia de este ahora cincoañero tremendo. Supongo que es lo que se preguntan todas las madres, pero no sé..