jueves, 20 de junio de 2019

Anécdota de la espada y la fregona mágica.


Estábamos jugando una mañana mientras Amelia y papá dormían, a armar torres de madera, e concreto yo armarla mientras Didac se escondía, después aparecía con un palito y la derrumbaba diciendo que era el pirata con la espada. Después la recogíamos y volvíamos a empezar. En un momento dado bajé a buscar algo, y Dídac desde lo alto de la escalera y con cara y tono de pirata gruño, me comenta: la espada del pirata se ha convertido en fregona!!! y limpia todo el derrumbe! 

Casi me desmayo de la risa pero lo disimulé. Me maravilla que hoy por hoy para él, tenga igual valor masculino y productivo la espada que la fregona, sin el mínimo resquicio de desvalorización de una actividad respecto a la otra. Asimismo me ha dicho que el día de La Beata de Santa Mergalida prefiere vestirse de pavesa que de payes, nomás porque es mucho más presente en las fiestas las figuras de las pavesas, y más divertido el vestido. Pr supuesto que podrá hacerlo, así como se pone gorros y ropa rosa sin cuestionarlo, y nos congratulo como sociedad por haber conseguido en 3,5 años que nadie de los alrededores le meta prejuicios, Eso es feminismo, no criar a niñas como si fueran niños, desvalorizando el rol femenino. Sino criar igual a niños y a niñas, valorando por igual los roles y las diferencias,dejando que hagan sus experimentos y sus elecciones y enseñandoles a respetar a quien elige diferente.
Amelia en su noveno mes de vida, comiénza a abrirse al mundo y a la vez, como es típico en los bebés de esta edad, a diferenciar  lo conocido de lo que no lo es, desconfiar un poco de lo extraño y volverse tímida cuando alguien le habla, en un abrazo garrapata hacia la mami, cuando no es directamente una transformación de su cara en pucheros y llanto pidiendo auxilio.

En esas estamos cuando se nos viene a ocurrir justamente (por decirlo así, más bien son necesidades organizativas del mes de mayo y junio) que yo empiece a irme con Amelia por las mañanas con Jordi, después de que él deja a Didac en la escuela bosque, e instalarme en casa del pradins a estudiar, mientras Coia me echa una mano con la bebé. Ha sido fructífero para mis horas atrasadas de estudio, e interesante ver como poco a poco Amelia se va aflojando, pidiendo menos por mi, familiarizando con la casa de Palma y sus abuelos mallorquines. Aunque lo que más la hace feliz es el momento en que llega a Dídac, para perseguirlo gateando. 

Jordi ha jugado hasta ahora el papel de relevo con Didac, dejándome en general a Ameli de lapita pegada, o yo de ella, una con la otra como canguro con su cría en el bolsillo de afuera. Pero ahora, justamente y curiosamente luego de cumplir los 9 meses, se acercan más el papi con su hija. Como una segunda gestación externa, finalizada, ella empieza a salir al mundo más. Y quien la espera allí sonriente de ojos y manos abiertas, es Jordi antes que nadie. Hace una o dos semanas que sale él por las tardes con ellos, al parque, la piscina. Amelia a cuestas de la mochila, Didac en carro, en bici o caminando. Sin penas ni angustias, solo cargado con un poco de fruta, y últimamente un biberón de agua, la pasan genial en el paseo de unas tres horitas.

Amelia con sus 9 meses, dicharachera, sonrisa pura, disfruta de chocar entre si cosas y oír su Pam Pam Pam.
La escuela bosque acabó su ciclo de este año, de un modo un poco conflictivo, con Joana que se marcha intempestivamente, familias que se bajan del proyecto, redefiniciones y un reinicio más pequeño de lo que el proyecto era al inicio, un verkami a mitad de campaña, muchas entrevistas y CV  y una nueva profesional que nos encanta. Una comida amena entre todas las familias, los peques que pasaron este año, jugando juntos en el bosque. Y las ganas de seguir trabajando aun un poco más para sacar adelante ésta idea de jardín de infantes donde nuestros hijos crecen con amor a la Madre Tierras aprenden jugando. Jordi y yo somos ahora el 50% de lo que queda, y creemos que vale la pena un esfuerzo más. QuItaremos unas horas más al estudio para hacer paradas, escribir mails y artículos, repartir folletos. Y si este año no se puede, seguiremos en pié hacia el que viene. A ver que pasa.

Hace unos días hicimos paradeta en busca de afinidades para A Lloure, justamente, y en el pequeño bosque de Sa Cabaneta, ella dio rienda suelta a sus ganas de tocar tierra y caminarla.. o gatearla, llenándoselos de vida las manos y los pies, bajo nuestra mirada atenta anti piedras a la boca. Alguna ramita seca si que logró degustar. Ni es que haya sido su primer contacto terrícola, pero sin duda si el más intenso hasta el momento. Se viene el verano, de todas maneras, y eso se va a quedar pequeño, llena de ganas como está Ameli de explorar y tocar, revolear, chupar y descubrir el mundo.
Ayer en el Port -me permití escapadeta tras día de estudio interrumpido y agobio- disfrutamos viendo a Dídads e pinar reír y chapotear, nos llenamos de posidonia seca y un poco antes de irnos, ella atrapó con la mirada una gaviota, grande y esbelta, que se acercaba a cuchichear.



viernes, 7 de junio de 2019

Sonrisas entre hermanos, cosquillas y juegos. Ella quiere lo que él tiene en la mano. Un poquito de enfado, pero la invita a volcar su torre, la quiere en su casita de sabana, la imita riendo en sus gateos, quiere tocarle la mejilla y hacerle pim en la nariz.