miércoles, 13 de mayo de 2020

Hermoso momento en que Dídac revolviendo un cajón de esos donde van a parar todo tipo de trastos, me trae una muñequita de cerámica representando una bailarina de sevillanas muy caricaturizada, muy gordita y con dos tetotas, de ojos saltones, morena y con el pelo recogido hacia atrás, con su rulo en la frente. No está hecha para parecer seductora. Me dijo, mirá mamá, encontré esta princesita. Ahh, si, no sabía que estaba ahi- solo eso le contesté. Se la quedó mirando y para si mismo dijo: que guaaaapa. Y a mi me invadió una cosa bella en la barriga comprobando que él no está invadido por ideas preconcebidas, por canones de belleza de delgadez y pelo rubio. Y tanto interés le despertó ese objeto reencontrado (que recordaba bien haber ganado en un "pongo" a principios de año) que terminé explicandole que era una sevillana, Sevilla, cantadores y poniendole a ambos un vestido ( asu pedido, porque gira más que la ropa del bailarin, desde ya) y una flor roja en el pelo con las que bailaron siguiendo un ilustrativo video de la feria de abril, mientras yo hacía el arroz.

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