lunes, 8 de julio de 2019

Dídac volvió ofuscado de un paseo con su papi. Inar esta teniendo una fase difícil(se acerca a los tres años..) y hace unos días quee le pega o quiere pegarle a Dídac. El se enoja y le dice que no gritando, compungido. Hoy llegó a casa y con nervio acumulado empezó a tratar de apretarle bracitos o piernas a su hermanita. Y después a revolear intentos de pegarme a mi, diciendo ¡estoy enfadado! mientras Jordi me explicaba en voz alta lo que había pasado. Caso omiso de nuestros intentos de ponerle palabras al malestar, seguía pegando. Tampoco funcionaron las cosquillas ni la intervención de el zorrito Hawai.
Así que saqué de la galera y sin preámbulos un cuento, cosa que últimamente me funciona mucho. Esta vez se trataba de una ardilla gruñona que iba en el bosque, y con toda la teatralidad de la que soy capaz iba gruñendo a todos los animales, que salían despavoridos. Eso despertó el interés de Dídac y pasó en un segundo de la pena a la risa. EL cuento seguía, mas que sencillo, con la ardilla gruñona buscando a alguien para gruñir, pero no quedaban animales en el bosque, porque todos se iban al verlo, y así la ardilla se aburría. Entonces apareció una tortuga. .. y en ese momento Didac voló a traerme un peluche, una tortuga y un conejo que pasó por ardilla, y montamos juntos las escenas finales, cuando la tortuga le preguntaba porque estaba enfadada, la ardilla se daba cuenta que si gruñía se quedaba sola y se aburría, y juntos se pusieron a jugar a la escondida. Después hemos pensado que si un amiguito esta enfadado, mejor le dejamos que se quede con su enfado para que lo resuelva, y no nos lo llevamos nosotros a casa.
Después se fue a comprar con Jordi y volví a upa dormido.


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