domingo, 18 de abril de 2021

Una comida con Dídac.

Un sábado al mediodía. Llueve, asi que estuvimos hasta ahora en casa, leyendo un poco, jugando, desayunando.

Las "normas" de la comida en casa se las repetimos casi cada día a Dídac, comemos sentados y en la mesa, a excepción de algunas caso suelto de pizza, que también es la mayoría de veces en la mesa. Asi como lo dejamos moverse en general todo lo que quiere, en la comida insistimos en que se quede sentado, para evitar atragantamientos y para que de acostumbre a un hábito socialmente esperadle. Pero aun asi, la comida no suele ser impedimento para la falta de ganas de su cultivo de estar apoyado en ningún lado, y suele comer de pié en la silla, sentándose cada vez que se lo pedimos y volviendo a ponerse de pié en minutos sin darse siquiera cuenta. Arriba de la silla o bajándoselos de ella, en promedio cada tres bocados a veces, aun con la comida en la boca, aunque hemos visto algunos días más tranquilos (y algunos menos.. por eso es un promedio :P). Cuando se baja puede ir a buscar un juguete, dar una vuelta hasta otra silla a sentarse con la hermana, o subirse a mi rodilla, ir a molestar a Tila. o irse al escalón de la ventana a esconderse atrás de la cortina, o  a abrir la ventana para asomarse o directamente intentar salir afuera trepando. A días y en función de nuestra paciencia y necesidades, le damos más aire o le marcamos más. Pero en general intentamos con ahínco que cumpla mínimamente esas normas de "comer", por su seguridad explicada en palabras sencillas y repetidas como un mantra, como que que se come sentado, que no jugamos si comemos, que no hay que moverse mientras se mastica y mucho menos con cubiertos en la mano. La comida suele quedar en gran parte por fuera del plato, por que se le cae, o porque suele considerar que es más cómodo y a veces la saca del plato para comer directo en la mesa. 

Dídac. No es solo por el poco apetito, solamente, es por el motor en marcha que lo mantiene en movimiento y lo impulsa como un resorte y sin parar de hablar mas que a ratitos de ensimismamiento. O cuando come el postre. El famoso postre, que tantos favores nos hace.  Gracias a él medianamente se motiva a comer una parte del plato.

Es verdad que no cuento esta rutina ingenuamente. Es nuestra rutina de siempre y no se si alguna vez la había escrito. Solemos mirarnos con Jordi y suspirar con una sonrisa cansada, de Ay mamá mía que trabajoso es. Solemos pensar que éste es Dídac con su energía envidiable y su carácter alegre, sociable. A  días especialmente movidos, especialmente cuando su entretenimiento empieza a confundirse los limites y pasa por chinchar,  con su papá nos preguntamos ¿pero que le pasa?? Y alguno de los dos hace el pensamiento y lo recuerda en voz alta. No le pasa nada, asi es Dídac.

Y siempre he pensado que este esfuerzo extra que nos toca al ser papis de un niño tan vital, será una suerte a futuro pensando en facilidades que quizás le pueda traer ese ir a toda maquina. Pero hoy me planteo, quizás si.. quizás no. En esta sociedad y sistemas donde las energías que se precian son las moderadas, las sosegadas, las que permiten más fácilmente adaptarse y captar rápidamente como amoldarse, como esperar tranquilo a terminar de comer. Pienso hoy que esa energía puede moderarse o no, no lo se, pero si no, puede llegar a ser una dificultad más que un privilegio, en según que contextos, de los que no podrá evadirse para siempre. Veremos, acompañaremos..

 

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