martes, 18 de agosto de 2020

Dídac, 4 años y medio. Las letras para más adelante

Dídac y las letras. 


De vez en cunado aprovecho la ocasión para comentarle el nombre de alguna letra, o preguntarle alguna que ya sabe. En realidad, solo se sabe la O. Por ahora siempre le pregunto esa. A veces jugamos a "acomodar" sílabas en al aire", cambiando las palabras al alternar el orden, como PO SA - SA PO, JA PO NES; ES PON JA. y cosas así. En realidad, yo se lo hago ver y el se ríe, pero creo que aun no lo acaba de ver claro. Las rimas, en cambio, le fascinan, y si las comenta espontáneamente. (Adeu Tomeuu! Ay mamá mira, Adeu Tomeu rima!) y también son sorprendentes los juegos de palabras que se inventa de vez en cuando (Mamáaaa voy en un biciclón.. una bicicleta ciclón!)

Pero poco muy poco tiempo dedico y quiero dedicar de momento a ese asunto de las letras escritas con Dídac. Primero porque aun no le ha despertado interés suficiente, segundo porque creo que aun es muy pequeño y que hay unas habilidades previas que me gustaría estén más sólidamente arraigadas.

Aunque intuyo que hay más, pienso en estas dos a las que prefiero dedicarle todo el tiempo que pueda:

La primera: Así como es de inquieto, puede pasarse fácilmente una hora escuchándome leerle, sin o con apenas algún dibujo en el libro. Escucha la lectura e imagina lo que sucede, y si me detengo o hay un momento de intriga, enseguida me pregunta que pasó. En esos momentos está no solo concentrado, está captado, imbuido, realmente involucrado con sus imágenes mentales. Ahí están esas representaciones, surcando en su cabeza sin que él lo perciba ni se esfuerce en ello.

La segunda, es reflexionar sobre situaciones que vivimos. Parece una tontería, pero que él construya el relato y me lo transmita, o bien consiga entender la situación de una manera "abstracta" ayuda a su cabecita a entender el mundo, por un lado, y entender, aun sin darse realmente cuenta, algo vital: que es que lo que nos pasa y como nos sentimos es una perspectiva, un punto de vista, una mera construcción personal de lo que pasa ahí afuera. Y para ilustrar esta estrafalaria (o no) idea, voy a contar una pequeña anécdota.

Pasó a partir de una ducha conjunta. Primero le tocaba a Amelia y una vez afuera ella, le ta Dídac. Desde abajo del agua lo llamé varias veces y él, entretenido con no se que cosa del baño, no se daba por aludido. Después de varias veces le pregunté ¿te vas a querer duchar o no? Y él sin decir nada salió por la puerta. Así que dándome por vencida salí, me sequé, me vestí y me fui. Por el camino me encontré con Dídac que volvía con tres juguetitos en la mano que al verme se puso a gritar… no!!! traigo juguetes para la ducha! - le dije que OK, que lo ayudaba desde afuera. Pero no aceptó la oferta. De golpe alterado, se puso a exigirme a los gritos (por suerte no es tan frecuente ya este tipo de arrebatos) que me metiera de nuevo en la ducha. Le expliqué que estaba cansada, pero que lo ayudaba. Y así, en bucle, cada vez él más enfadado y cada vez más autoritario. Á apareció ese momento en que (según fuimos aprendimos en estos años) se puede sentir la tensión y la emoción, en mi caso, a la altura del ombligo y como va subiendo hacia la garganta. Y el detectarlo es un aviso útil de que hay que conseguir otro tono de comunicación y así comienza un trabajo inverso de rebajar la tensión propia, antes que nada… Pero eso no es lo que quiero comentar, sino el como agarré a ese niño de 4 años que gritaba, le hice upa y me lo puse en modo cunita sobre mi en la cama y le dije que veía que estaba muy triste. Dejó de gritar y se puso a llorar compungido, con una pena verdadera. Lo acaricié, lo mimé largo rato. Recién cuando estuvo calmado, le expliqué, otra vez pero con otro tono, que estaba muy cansada para volver a ducharme. Y que no es que no quisiera bañarme con él sino que lo había llamado, y esperado, y como él no había contestado yo interpreté que no quería bañarse. Que me tendría que haber avisado. Después, acordamos que lo ayudaría a bañarse quedándome afuera, pero después de cenar. Y en el interín se quedó dormido. Pero aquí no termina la cosa. El tema importante viene al día siguiente, cuando estábamos a punto de irnos de la finca. Mientras su papá cerraba puertas y apagaba alarmas, yo recogí unos cuantos higos en un pote. Dídac me lo pidió, ya sentado en su sillita del coche, y se lo dí mientras acababa de recoger cuatro cosas que quedaban. Luego ya nos dispusimos a partir y Dídac me muestra el pote, vacío. Ooooh, le dije, yo quería al menos uno. - Me miró y me dijo tranquilo- Ah, no sabía. Y un minuto después - Estas enfadada? - No, le dije, porque no te había avisado. Y chimp! La lamparita de las ideas se le prendió al pequeño y me dijo: Claro mamá, pasó igual que ayer, como yo no te había avisado, tu no sabías. Ahora como no me habías avisado, yo no sabía. Así que no nos enfadamos. La próxima te voy a guardar higos.

Conclusión: transpolando ideas a situaciones distintas, manipula representaciones en su cabeza. Veo en todo lo dicho la práctica de la habilidad de capacidad de simbolizar, de manipular ideas y abstraerlas del plano concreto del hecho y de la persona. Pasó ayer así, a tí, pero pasa hoy asa, a mi,. Perspectivas diferentes de lo mismo, cosa que parece fácil pero no lo es, aun para muchos adultos. Y eso creo es más interesante para su desarrollo, que el recordar el sonido que representa un símbolo. No son cosas contrapuestos, seguro, pero para mi gusto y una energía mía que no es infinita, ya habrá tiempo más adelante para aquellos redondeles y palitos.


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