miércoles, 5 de febrero de 2020

En esa fase de bebés que pasan a ser niños, está Amélia. Empieza a señalar la luna, divertida, a buscarla en el cielo. En la que empieza a perseguir moscas con la mirada y reir entre intrigada y asustada, buscando mi protección y complicidad. En la que entienden mucho más de lo que imagins, y te dan el gran gusto de alcanzarte las cosas que necesitas (su pantalón, zapatos..)

Esa fase de niños pequeños que pasan a ser grandes, está Dídac. En la que comienzas a razonar cosas más complejas, y deleitarte en introducir en algunas profundides del pensamiento, como el paso del tiempo, los compromisos,  la paciencia, la lectura de libros sin o con pocos dibujos... Pero aun hay que contenerse el disgusto por que no haga lo que esperamos como lo esperamos, sigue siendo necesario repetir una y otra vez las normas, los límites, el respeto que se espera de él, porque cada situación en la que no lo cumple, es una oportunidad para aprenderlo con nuevos matices, o bien una ocasión para perder la paciencia y con ella el respeto hacia él y así, tirarlo todo por la borda.

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