lunes, 19 de agosto de 2019

Julio y agosto, meses para mi de estudio intenso, de separarme muchas horas de ellos, de añorar un verano de playa y juegos, y esforzándome porque valga la pena. Y también, descubriendo enamorada a Jordi en su momento más intenso en el rol de padre. Paciente, amoroso, ingenioso. Aunque siempre ha sido así en cualidad, no había podido serlo en cantidad. Y cuanto más pasan las semanas, más seguro y activo lo veo en su rol, jugando en la alfombra con los personajes de Dídac, siguiendo su iniciativa, logrando un equilibrio difícil entre la flexibilidad y la firmeza. Sobretodo, consiguiendo que los dos peques estén felices y tranquilos. Y yo también.
Habríamos podido resolver estos meses (de estudio y sin "canguros") de muchas otras maneras, pero esta fue la preferida y me alegro por haberlo hecho así, aprovechando para profundizar el vínculo padre-hij@s. Fuera de casa, el equilibrio y desafío para Jordi es otro, el de lidiar con un mundo machista, que no concibe un padre cuidando a sus hijos, si no un padre trabajando para traer más dinero a casa. El modus operandi de Jordi es hacer caso omiso, sin dar muchas explicaciones, jeje.

Amèía en este 11º mes, dando un salto hacia convertirse en una nenita.. imita un montón las palabras, especialmente la de Dídac diciendo no no no!, hola! y se acerca bastante a acertar con mamá y papá. Ahora empezó a saludar con su manito y perfeccionó mucho la técnica de bajar escalones. Pero más allá de los pequeños-grandes avances psicomotrices, lo que se amplía es su mirada, expresiva y risueña, su curiosidad por verlo todo, chuparlo casi todo, bailarlo todo y recientemente, aplaudirlo con ganas.

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