jueves, 6 de diciembre de 2018

Mi pequeña ya está por cumplir tres meses. La miro y me sonríe, con toda su carita, ojos achinados y sonrisa dulce, práctica a dar grititos, pega pataditas. No me imagino ya yo sin ella.

Dídac crece y amplía sus horizontes y sus desafíos. Mantenemos la contrariedad ante el lavado de pelo. Es travieso, goloso, de energía inagotable y ahora, ensayando aveces una postura de querer mandar y llorar y gritar si no le concedemos algunos caprichitos. Hablamos mucho con Jordi y buscamos la manera más amorosa de educarlo, de ser respetuosos con él sin olvidar que él tiene que ser respetuoso con nosotros. Cuando uno de los dos va perdiendo la paciencia el otro sale al rescate. Por primera vez vamos sintiendo que necesitamos un poco más de "rutinas" de horarios, de lugares, de actividades. No inamovibles, pero si orientadoras, organizadoras. Y claridad en los límites o reglas de la casa. En su juego no vamos a ponerle límites ni dirigir lo que tiene que hacer, pero en lo cotidiano si. Cuando hay que bañarse, donde hay que comer y a que hora, cuando hay que saber esperar, no interrumpir, pedir permiso, etc etc etc. Hace unos días escribi que no había muchos "no" que decir. Me retracto, hay miles, solo hay que encontrar el mejor modo para que se vayan interiorizando poco a poco y tengamos un nene seguro de sí pero no tirano, sino agradable y educado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario