lunes, 5 de junio de 2017

Abril y mayo


Por un camino largo
color habano
comiendo margaritas
se va el verano.
Lo saludan los duendes
abril y mayo
haciendo los deberes
sobre un zapallo.
Marta Gimenez Pastor








Poemas de mi infancia, en otras latitudes y con clima invertido. Aquí se nos acabaron abril y mayo y llega el verano. Ya empezamos a arrimarnos a la playita. Y mayo vino lleno de novedades para Dídac. A las novedades que trae el tiempo se le suma la mayor conciencia que adquiere cada día sobre el mundo que lo rodea.
Meses atrás había seguido con la mirada una vaquitas de San Antonio. Hace unos días la miraba divertido mientras le caminaba por el brazo, intentando agarrarla con sus dedos. Dentro de unos cuantos meses más, va a estar contandole las patas y más adelante clasificándolas por colores. (.. por ahí anda aun mi cuaderno científico de los 10 años, con dibujos de los especímenes diversos que encontré en su día). Es que eso es lo que tiene la vida. Cuando más apreciamos, más nos ofrece. Cuanto más ahondamos en sus recovecos, más descubrimos y más disfrutamos de su profundidad.
He aquí mi interés en que este peque crezca desde el principio con mirada curiosa, con conciencia de las complejidades, los contrastes, las sorpresas. Que se enfoque bastante en lo complejo de lo simple, en lo profundo de lo cotidiano y visible. O sea, y de momento, que mire mucho rato las hojas, los bichos, que se detenga a pasar de un frasco a otro, 30 veces, los caracolitos o las bolitas de ciprés. Que vea crearse barcos, gorros, flores y grullas de una hoja de papel. Que hunda los dedos en un huevo duro. Que haga sopas de agua dentro de su bol de lentejas.




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