domingo, 9 de septiembre de 2018

Cuentos para dormir

Dïdac, hoy nos fuimos a dormir con un cuento de los que me gusta contarte, esos que me voy inventando a medida que las palabras salen de mi boca, y en los que el protagonista se llama Dídac. Empecé con uno en el que te trepabas a la copa de un señor árbol que se movía para bailar y cuando me pediste otro resultó que bajabas a un pozo hondísimo con una linterna, a dormir la siesta con el conejito. Como querías otro cuento pero en la playa, subiste a la espalda de un gorrión - y aquí ya lejos de dormirte empezabas a darme guión- te bajaste por un arco iris como un tobogán, y el gorrión te daba un chapuzón al querer cazar un pez en el mar, entonces mamá y papá te esperaban con una toalla en a orilla.
¿Que más puedo pedir que  tu cara llena de sonrisas y tus ojos mirando el infinito de la imaginación, esta imaginación conjunta tuya y mía, tan rica...?

Ya no te quedas dormido oyendo cuentos, sino que los terminamos y nos acomodamos para dormir, consciente y  a gustito.

Dentro de pocos días vendrá tu hermanita bebé, le haremos un lugar en la habitación y en los cuentos, en los besos y mimos, en la mesa, en el coche, en los juguetes y en nuestros corazones. Hace unos días me preguntaste, Dídac, si los bebés saben pintar. Y supe que le hiciste ya lugar a la hermanita.
Yo imagino sus deditos pequeños y rosados, sus ojos chispeantes y los míos enamorándose de ella, de Amèlia, como lo estoy de vos y de tu papi. Amor de mamá que florece, expandido...




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